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viernes, 2 de mayo de 2014

Dos de Mayo. Día de la Comunidad de Madrid



El 2 de mayo de cada año se celebra el Día de la Comunidad de Madrid, la fiesta regional de esta comunidad autónoma de España. Con ella, se conmemora el levantamiento del 2 de mayo de 1808, en el que el pueblo madrileño se levantó en armas para rebelarse contra la ocupación francesa de Madrid y para expulsar a este ejército, el cual estaba tomando gran parte de la Península Ibérica. Este acontecimiento, fue el primero de la Guerra de la Independencia Española.

La carga de los Mamelucos. Francisco de Goya, 1814
Los madrileños comenzaron así un levantamiento popular espontáneo pero largamente larvado desde la entrada en el país de las tropas francesas, improvisando soluciones a las necesidades de la lucha callejera. Se constituyeron partidas de barrio comandadas por caudillos espontáneos; se buscó el aprovisionamiento de armas, ya que en un principio las únicas de que dispusieron fueron navajas; se comprendió la necesidad de impedir la entrada en la ciudad de nuevas tropas francesas.
Todo esto no fue suficiente y Murat (militar francés al servicio de su cuñado Napoleón, gran duque de Berg, mariscal de Francia y rey de Nápoles entre 1808 y 1815) pudo poner en práctica una táctica tan sencilla como eficaz. Cuando los madrileños quisieron hacerse con las puertas de la muralla de la ciudad para impedir la llegada de las fuerzas francesas acantonadas en sus afueras, el grueso de las tropas de Murat (unos 30.000 hombres) ya había penetrado, haciendo un movimiento concéntrico para dirigirse hacia el centro. No obstante, la gente siguió luchando durante toda la jornada utilizando cualquier objeto que fuera susceptible de servir de arma, como piedras, agujas de coser, macetas arrojadas desde los balcones... Así, los acuchillamientos, degollamientos y detenciones se sucedieron en una jornada sangrienta. Mamelucos y lanceros napoleónicos extremaron su crueldad con la población y varios cientos de madrileños, hombres y mujeres, así como soldados franceses, murieron en la refriega. Goya reflejaría estas luchas años después, en su lienzo La Carga de los Mamelucos.

Si bien la resistencia al avance francés fue mucho más eficaz de lo que Murat había previsto, especialmente en la Puerta de Toledo, la Puerta del Sol y el Parque de Artillería de Monteleón, su operación de cerco le permitió someter a Madrid bajo la jurisdicción militar y poner bajo sus órdenes a la Junta de Gobierno. Poco a poco, los focos de resistencia popular fueron cayendo.

Defensa del Parque de Artillería de Monteleón. Joaquín Sorolla
Por aquel entonces, la casualidad quiso que en Madrid se encontraran el capitán andaluz Luis Daoíz y el militar cántabro Pedro Velarde. El primero, de 41 años, se encontraba al mando del Parque de Artillería de Monteleón (ubicado en la actual «Plaza del dos de Mayo») y tenía a sus espaldas más de 30 años de servicio fiel a España. Por su parte, el segundo, que contaba 29 años, se había hecho un hueco en las altas esferas del Estado Mayor del Cuerpo de Artillería.

Ambos vieron en esta revolución un momento perfecto para luchar por la soberanía española. Así, y a pesar de que desde el gobierno se les había ordenado no combatir contra los franceses, decidieron ponerse de lado del pueblo que, con piedras, palos y navajas, se enfrentaba a miles de soldados franceses.

Las fuerzas españolas eran unos 5.000 hombres, en su mayoría acuartelados fuera de la ciudad, y los franceses unos 40.000, situados en el casco urbano y alrededores (Leganés, El Pardo, Casa de Campo, Fuencarral…)

Los militares se unieron al pueblo y defendieron, a costa de sus vidas, el madrileño Cuartel de Artillería de Monteleón durante el levantamiento contra los franceses

Este pequeño enclave ya había hecho perder la paciencia a Murat, que no entendía como unos pocos soldados y unos centenares de civiles podían contrarrestar la fuerza de su ejército imperial. Por ello, ordenó asaltar Monteleón desde todas las calles posibles. Más de dos mil franceses preparaban su tercer asalto. Menos de cien españoles los esperaban sin intención de rendirse

El asalto definitivo asoló a los españoles, que se vieron superados por una fuerza 30 veces mayor. A su vez, el fuego de algunas unidades de tiradores franceses situados en balcones y casas hizo bajar rápidamente el número de defensores. En el fragor de la batalla, y como explica en este caso Benito Pérez Galdós en uno de sus «Episodios Nacionales», «Daoíz fue alcanzado por la espalda con una bayoneta y posteriormente acribillado a estocadas». El valiente capitán había defendido hasta su último aliento Monteleón, pero todo su valor no había conseguido detener a los franceses.

Ochocientos franceses confluyeron en las puertas de Monteleón desde sus tres costados, barriendo a los últimos cincuenta defensores a bayonetazos y con un fuego devastador y a quemarropa.

Por su parte, Velarde cayó cuando acudía junto a varios fusileros a reforzar una de las entradas. Un oficial polaco le disparó a quemarropa en el corazón haciendo que su cuerpo cayera con violencia en el suelo. Todo había acabado.

Monumento a Daoiz y Velarde (Antonio Solá). Plaza del Dos de Mayo.
La represión fue cruel. Murat, no conforme con haber aplacado el levantamiento, se planteó tres objetivos: controlar la administración y el ejército español, aplicar un riguroso castigo a los rebeldes para escarmiento de todos los españoles y afirmar que era él quien gobernaba España. La tarde del 2 de mayo firmó un decreto que creó una comisión militar, presidida por el general Grouchy, para sentenciar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos con las armas en la mano «Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas».

En el Salón del Prado fueron fusiladas 32 personas el mismo día 2 de mayo, otras 11 personas fueron ejecutadas en otros puntos de la ciudad (Cibeles, Recoletos, Puerta de Alcalá y Buen Suceso). Al día siguiente los franceses fusilaron a 24 personas en la montaña del Príncipe Pío y otros 12 en el Buen Retiro. La cifra exacta de bajas ha sido objeto de gran controversia, pero el historiador Pérez Guzmán, que revisó todos los archivos disponibles en 1908, contabilizó 409 muertos, 39 de ellos militares, y 170 heridos, de los cuales 28 eran militares. El resto de los muertos y heridos eran civiles.

Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío o Los fusilamientos del 3 de mayo. Goya, 1813-1814
Héroes del Dos de mayo. Aniceto Marinas, 1891. Parque del Oeste

Tras varios intentos de crear un monumento en homenaje a todos los luchadores anónimos muertos durante el Levantamiento del 2 de mayo de 1808, en 1820 se convocó un concurso para tal efecto. Se resolvió al año siguiente, siendo el ganador el proyecto del arquitecto Isidro González Velázquez (1765–1840). El 21 de abril de 1821 se coloca la primera piedra, debiéndose parar la construcción tras la vuelta del absolutismo a España. No será hasta 1836 cuando se reemprenda, celebrándose finalmente la inauguración el 2 de mayo de 1840, coincidiendo con la efeméride del acontecimiento.




La obra se erige en el mismo sitio donde el general Murat mandó fusilar a numerosos madrileños después del 2 de mayo de 1808. Actualmente Plaza de la Lealtad, junto al Paseo del Prado.

El cuerpo que sirve de base cuadrada al monumento tiene en su cara oeste un zócalo que alberga un sarcófago con las cenizas de los madrileños fusilados el 3 de mayo. Más arriba, el remate superior de la base presenta un medallón en bajorrelieve con las efigies de los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde. Sobre la base descansa otro cuerpo de menores dimensiones en cuyos cuatro frentes hay sendas estatuas alegóricas representando la Constancia, el Valor, la Virtud y el Patriotismo. Finalmente, se erige un obelisco de piedra de 5,6 metros de altura.








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