Esta mañana, mientras caminaba absorto en mis pensamientos, me he sorprendido al ver pasar por delante de mí, con su vertiginoso aleteo, a un pequeño gorrión. Se ha posado durante un instante sobre una barandilla e inmediatamente ha vuelto a levantar el vuelo desapareciendo sobre los tejados.
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| Gorrión común (Passer domesticus) |
Y digo que me he sorprendido porque hasta hoy no me había percatado de su ausencia. No podría decir cuándo dejé de verlos, pero sí recuerdo que hace algunos años era de lo más normal verlos picotear por las aceras y dando saltitos y rápidos vuelos por nuestras plazas y parques.
Intrigado por el tema he tecleado en Google: "gorrión en peligro de extinción" y lamentablemente el buscador me ha devuelto más de tres mil resultados sobre el tema. Parece ser que la progresiva desaparición de estas aves es un hecho contrastado.
Las causas pueden ser de lo más diversas, desde la implantación de numerosas antenas de telefonía móvil y sus radiaciones electromagnéticas (20 minutos.es), pasando por el impacto de los insecticidas y pesticidas, la competencia por la instalación en los cascos urbanos de especies como estorninos, gaviotas, cotorras argentinas, las sempiternas palomas y el eficaz trabajo de las empresas de limpieza en las ciudades.
Desconozco si el peligro de extinción es real o, simplemente, los gorriones han decidido abandonar nuestras cada vez más inhabitables urbes, para trasladarse a lugares donde la atmósfera sea más respirable.
De lo que no hay la menor duda es que ver el pardo plumaje de estos pequeños, antaño convecinos nuestros, se ha convertido en una tarea hartamente difícil, por no decir imposible.
Intrigado por el tema he tecleado en Google: "gorrión en peligro de extinción" y lamentablemente el buscador me ha devuelto más de tres mil resultados sobre el tema. Parece ser que la progresiva desaparición de estas aves es un hecho contrastado.
Las causas pueden ser de lo más diversas, desde la implantación de numerosas antenas de telefonía móvil y sus radiaciones electromagnéticas (20 minutos.es), pasando por el impacto de los insecticidas y pesticidas, la competencia por la instalación en los cascos urbanos de especies como estorninos, gaviotas, cotorras argentinas, las sempiternas palomas y el eficaz trabajo de las empresas de limpieza en las ciudades.
Desconozco si el peligro de extinción es real o, simplemente, los gorriones han decidido abandonar nuestras cada vez más inhabitables urbes, para trasladarse a lugares donde la atmósfera sea más respirable.
De lo que no hay la menor duda es que ver el pardo plumaje de estos pequeños, antaño convecinos nuestros, se ha convertido en una tarea hartamente difícil, por no decir imposible.
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